Ahmad Zarruq al-Barnasy nació en el año 1442. Como tantos maestro sufíes empezó su camino espiritual a través de la ciencia de la ley religiosa, y posteriormente se inició en el Escuela Shadzili de la mano de Al-Hadramy. Viajó por diversos países del mundo islámico: Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Arabia Saudí, y posteriormente se instaló definitivamente en Libia. Hizo una gran labor en la renovación de la Escuela Shadzili en los países del Magreb, donde estuvo a punto de desaparecer. Reunió la erudición sufí, a través de la divulgación escrita de su método, mostró la reunión de la teoría y práctica para la formación de sus alumnos. Entre sus libros se destacan sus Comentarios sobre las plegarias del fundador de la escuela, Abu al-Hasan, y su Comentario sobre el libro del Hikam (Máximas) de Ibn Ata Al-Lah. Murió en Libia en el año 1493.
A continuación citamos dos principios de su libro Qawaid al-tasawwuf (Principios del Sufismo):
Principio 113
Debe existir una servidumbre, un conocimiento, un ascetismo para cada devoto, gnóstico y asceta.
Aquel que es vencido por la búsqueda del saber, es un devoto, y su conocimiento y su ascetismo siguen a su adoración.
Aquel que es vencido por el abandono de la curiosidad [de la vida mundana], es un asceta, y su adoración y su conocimiento siguen a su ascetismo.
Aquel que es vencido por la contemplación de la Verdad, abandonando las criaturas, es un gnóstico. Su adoración y su ascetismo siguen su origen.
La procedencia sigue a los orígenes, si no fuera así, los caminos estarían entrelazados, aquel que entiende alguna otra cosa está equivocado.
Principio 130
Lo que sale del corazón entra en el corazón, lo que se limita a la lengua no supera las orejas.
Después de entrar en el corazón, o bien se encuentra una objeción que le recibe con denegación, como es el caso de los incrédulos, o la objeción de los hipócritas, o está impedido de proyectarse plenamente al corazón debido a una barrera fina como es el caso de los desobedientes; o bien toca el fondo de su corazón y experimenta su realidad. Un hecho que obliga a reflexionar sobre su juicio, como es el caso de la gente de la Verdad (ahl al-haqq) de entre los iniciados.
Respecto al gnóstico saca provecho de toda cosa beneficiosa, bien del corazón o de alguna otra.