Entre los discípulos del norte África que Abu Madyan formó en Bujía destaca, por su nexo con el fundador de la escuela Shadzili, un montañés del Rif, Abd al-Salam ibn Mashish. La mayor parte de las noticias que de su vida se conservan son tan legendarias como su apócrifa genealogía.
De su patria sabemos de cierto que nació a fines del siglo XII en una pobre aldea de las montañas del Rif o Yebla, en la tribu de Banu Arus y cerca de la montaña de Alam, al norte de Marruecos, sobre cuya elevada cima, había de alzarse, a la muerte de Ibn Mashish, su venerado mausoleo, y donde él había instalado su propia zawiya. Una leyenda popularizada en todo Marruecos y reproducida por muchos autores, aunque el historiador Ibn Jaldun no la menciona, atribuye su muerte a un falso sabio de Alcázarquivir, llamado Muhammad al-Kutamy, y más conocido por el apodo de Abu Tawayin o “el de las marmitas”. A pesar de la gran discreción a la que Ibn Mashish se sometía en aquella región, movió a dicho personaje a deshacerse de él, y en una madrugada del año 1228 sus sicarios, sorprendiéndole en su zawiya de Yabal al-Alam lo asesinaron.
No abundan, es cierto, los documentos históricos que trazan la biografía y la disciplina espiritual de Ibn Mashish, salvo algunas breves alusiones de los escritores shadzilíes, intercaladas en las biografías de Abu al-Hasan, fundador de la escuela y discípulo personal de Ibn Mashish. Además, nos ha llegado una colección de plegarias y máximas, la más destacada es la “Oración Mashishía” (Al-Salat al-mashishiyya). A continuación vamos a citar algunas de sus máximas:
“Si la persona está dotada de estas cuatro cualidades, no necesitará nada de nadie y la gente acudirá a ella:
El amor por La Divinidad, el requerimiento a Al-Lah de abundancia, la sinceridad y la certeza.
La sinceridad en la Unicidad.
Tener certeza por los juicios de la señoría”.
Abu al-Hasan al-Shadzili le preguntó sobre el dicho profético: “Haced las cosas simples y no las compliquéis, tened buen augurio y no os espantéis.” E Ibn Mashish le contestó: “Orientadles hacia Al-Lah, y no les orientéis a otro, ya que aquel que te orienta a la vida mundana te engañó; aquel que te orienta al esfuerzo vano, te hizo cansar; aquel que te orienta a Al-Lah te aconsejó.”
Mausoleo de Ibn Mashish, Yabal al-Alam (Marruecos),La Tariqa Shadzili fue construida sobre las bases del Shukur y la Mahabba, el agradecimiento a Allah y el amor a El.
En el siglo VI de la Hijra del profeta amado de Allah, paz y bendiciones de Allah sobre él, un niño nació en el seno de una noble familia de la tribu de montaña de los Bani ‘Urus, que vivían en la región de Ghimara del norte de Marruecos. La tribu era conocida por estar formada por numerosas familias de Shurafa, descendientes del profeta, paz y bendiciones de Allah sobre él, y por muchas otras que habían memorizado el Libro de Allah al completo.
El día que el niño nació, a cientos de millas de distancia en Iraq, una voz interior llamó al wali de Allah Shaij ‘Abdel Qadir Al-Jilani, cuyos pies estaban por encima de la altura de los cuellos del resto de awliyá debido a lo elevado de su maqam junto a su Señor. La voz le dijo:
¡Oh ‘Abdel Qadir, encamina tus pasos hacia los habitantes del oeste, hacia el Qutb del Magreb que ha nacido hoy!
‘Abdel Qadir empezó a caminar y no paró hasta que llegó a Marruecos y alcanzó la cima de la montaña Jabal ‘Alam, donde la familia del niño residía. Los amigos de Allah pueden ser bendecidos con la capacidad extraordinaria de recorrer tales distancia en apenas unos instantes. Fue al padre del niño y le pidió que le trajera a su hijo para poder verlo. El hombre accedió de buen grado al deseo del Sháij y le presentó a su hijo mayor, pero ‘Abdel Qadir insistió en que ese no era el chico que buscaba y que llamara a sus otros hijos. Al poco rato todos los hijos estaban delante del Shaij, todos excepto el recién nacido. El hombre informó a ‘Abdel Qadir que no tenía más hijos aparte de un niño que había nacido ese mismo día. “¡Tráelo!”, respondió, “¡él es al que deseo conocer! “. Entonces le llevó al niño y el wali lo cogió, le impuso las manos e hizo Du’a por él.
Ese niño era Moulay ‘Abd as-Salam ibn Mashish, al-‘arif bi l-lah, el Shaij de los sufís, el padre de la tariqa Shadzili. Descendiente del profeta, paz y bendiciones de Allah sobre él, a través del Padre del Magreb Musulmán, Moulay Idris, y marcado de esa forma tan especial nada más nacer por uno de los más grandes Awliya que resulta evidente que se trataba de un niño singular. Tenía un karama en común con el Shaj Al-Jilani: cuando la luna nueva de ramadán aparecía en el cielo rehusaba tomar el pecho durante las horas de luz del día y esperaba hasta el adzan del salat al-magrib para alimentarse, continuando así hasta el día del Eid.
La formación de Moulay ‘Abd as-Salam fue similar a la del resto de chicos de la tribu: fue educado a la manera tradicional demostrando ser un estudiante excepcional. A los doce años tenia memorizado el libro de Allah de acuerdo a sus siete lecturas. Estudió con muchos maestros, entre ellos el gran faqih Sidi al-Hajj Ahmad Aqtran, con el cual estudió el resto de ciencias del Din, e inclusive la mudawwana del imam Malik.
Tomó la vía iniciática del tasawwf de su guía espiritual, Sidi Abd ar-Rahman ibn Hasan as-Sharif al-‘Attar al-Madani az-Ziyyat.
Muchas historias han quedado registradas en los libros de sufismo acerca de la categoría del Shaij y su sabiduría. Su gran discípulo, Abu al-Hasan as-Shadzili, recuerda el momento de su primer encuentro con el Shaij:
Al principio de mi asunto me dediqué a viajar en busca de Allah hasta llegar a un estado de total incertidumbre. ¿Debía retirarme del mundo y consagrarme en exclusiva a Allah, o debía volver a la ciudad y buscar la compañía de los ‘ulama y de los hombres rectos? Me llegaron noticias acerca de un wali que vivía en la cima de una montaña cercana, así que decidí ir a su encuentro. Al llegar a lo alto de la montaña la noche ya había caído, de modo que me dije a mi mismo, ”no me encontraré con él a esta hora tarde.” Entonces una voz me sorprendió procedente como del vacio que decía: “Oh Allah, en verdad que hay gente que Te pide que le facilites Tu creación, pero de hecho Tu ya la sometiste a ellos y ellos fueron complacidos. Oh Allah, yo solo Te pido el desdén y el desprecio de Tu creación hacia mi persona de modo que solo en Ti halle refugio.” Entonces me dije: ¡mira las profundidades a las que este Sháij se ha asomado!
A la mañana siguiente fui a verlo y temblando de miedo ante su presencia le dije, “Sidi, ¿cómo está usted?” Respondió:
“Me quejo ante Allah de la frialdad del contentamiento en la servidumbre de la misma forma que tú te quejas antes Allah del tormento de verte atrapado en las ambiciones de tu libre albedrio”. Le respondí: “En cuanto a mi queja debido al abrumador tormento de verme atrapado en las ambiciones del libre albedrio, lo conozco bien porque lo he experimentado en mí mismo, pero tu lamento por la frialdad del contentamiento en la servidumbre ¿qué es eso?“. Respondió: “Temo que su dulzor pueda distraerme de lo que es Allah en Sí Mismo”. Le pregunté acerca de la oración que la noche anterior había escuchado. Sonrió y dijo: “Hijo mío, cambia para ti las palabras ‘facilítame Tu creación’ por estas otras ‘Oh Señor, se para mi’. ¿Piensas que Si Allah es para ti tendrías acaso necesidad alguna de nada más? ¡Qué enorme calamidad sería esa”.
Un día, estando Abu al-Hasan con el Shaij ibn Mashish, pensó para sus adentros: “Me pregunto si él conocerá el Nombre Supremo de Allah”. Entonces escuchó la voz del hijo del Shaij – que en ese momento no esta con ellos – decir: “Oh Abu al-Hasan, el asunto no es si conoces el Nombre, sino en ser tú la Esencia misma del Nombre”. El Shaij miró a Abu al-Hasan y dijo: “Mi hijo te ha leído el pensamiento, y ha dado en el clavo”.
Respecto al significado de sus palabras; aquel que es uno con la Esencia del Nombre es aquel que ha realizado el estado de extinción (fana) – aniquilación en Allah, de modo que no ve ni oye nada en toda la existencia que no sea Él.
Moulay Abd as-Salam dijo a Abu al-Hasan un día: “¡Sé precavido respecto a la gente! Purifica tu lengua de mencionarlos y tu corazón de actuar para complacerlos. Guarda tus extremidades, realiza tus obligaciones y obtendrás la wilaya de Allah. No los menciones nunca excepto cuando un derecho de Allah que involucre a tu persona así lo demande, de esa forma tu taqwa será perfecta. Y di, ¡Allahumma! guárdame de mencionarlos y de los obstáculos que por causa suya se presentan, sálveme de su maldad, y que sea suficiente para mí con el influjo de tu Rahma frente a lo que ellos adelantan. Y eleva, ya Rabbi, entre ellos mi rango, en verdad que Tu detentas el poder sobre todas las cosas.”
Cuando un siervo recto de Allah pide elevar su rango respecto la gente, no está pidiendo palacios, salud o fama. Más bien pide por todo lo contrario, pide liberarse de las ataduras y dependencias de este mudo. Cuando un esclavo recto de Allah busca refugio en Él de la gente y su mención, no lo hace por animadversión, desprecio o arrogancia. El no siente que sea mejor que ellos, y es por eso que busca refugio de su maldad. En realidad busca refugio en Allah para que lo eleve a una estación en la cual su corazón se vea libre de cualquier forma de dependencia respecto la creación, y para liberar su ego de la compulsiva necesidad que siente de tener que complacer a los demás para buscar su reconocimiento, aún a expensas del reconocimiento de Allah. El amigo de Allah no odia a la gente, ni alberga contra ellos malos sentimientos; de hecho no los tiene en cuenta en absoluto. Cuando un amante deviene en amado, si el mundo entero con todos sus deleites se detuviera ante sus puertas, su mirada no se detendría en ello ni tan siquiera por el instante de un solo parpadeo. Así es la gente del amor en Allah.
El Shaij Abu al-Hasan as-Shadzili dijo: “Mi amado (ibn Mashish) me advirtió diciendo: ‘¡Oh Abul al-Hasan! no des un solo paso excepto en la dirección en la que esperas encontrar el beneplácito de Allah, y no permanezcas en ningún lugar excepto si estás seguro de que no vas a incurrir en la desobediencia de Allah. No acompañes a nadie que no te inspire la obediencia a Allah, y no tomes por amigo íntimo más que aquellos que hacen que aumentes en certeza… ¡y que pocos son!‘ “
Moulay Abd as-Salam ibn Mashish murió en el año 622 después de la Hijra. Su muerte vino a manos de un mago de nombre Abu Tawajin, el cual afirmaba ser un profeta. Esta persona tenía bajo su mando a un grupo de jinn. Un día llegaron tarde a su servicio y cuando les pidió explicaciones ellos le dijeron que había subido a una montaña y habían encontrado allí a un hombre entregado a la ‘ibada. Cuando trataron de aproximarse una intensa luz procedente de él los había hecho arder en llamas. Al escuchar esto, el falso profeta se lleno de rabia debido a los celos y mandó a grupo de sus esbirros para que lo mataran. Encontraron al Shaij al alba cuando estaba preparándose para el salat, y fueron a por él. Al consumar el martirio del Shaij una densa niebla descendió sobre ellos y cayeron en una sima de la montaña, de la cual ninguno pudo escapar para contar la historia.
En cuanto a Abu Tawjin, el ejército del Muwahhidoun en Ceuta tuvo noticias de su deplorable acto y se puso en marcha para librar al país de su maldad de una vez por todas. Pronto Moulay Abd as-Salam fue vengado, y el falso profeta yació muerto. Su cuerpo fue mancillado y enterrado en un lugar que hasta el de hoy ha permanecido como un lugar deleznable. Se dice que cualquiera que pase por él es conminado por una poderosa llamada de la naturaleza, y que la única manera de responder a esa llamada es desde la tumba. Tal es la recompensa de aquel que asesinó al amigo de Allah, e hirió a la noble familia de Su mensajero, que Allah le bendiga y le conceda paz.
Aunque el Shaij murió, martirizado en al camino de Allah, sigue vivo en su tumba hasta el día del levantamiento. Murió después de haber dado al mundo de entre sus discípulos a tres Polos: Sidi Ibrahim ad-Dusuqi, Sidi Ahmad al-Badawi y Sidi Abu al-Hasan as-Shadzili. Que Allah esté complacido con ellos y con todos aquellos que siguieron su camino. Moulay abd as-Salam fue enterrado en el lugar en el que se consagró a Allah, en la cima de la montaña Jamal ‘Alam, construyéndose sobre él un pequeño mausoleo. Un árbol ahora crece sobre su tumba, expandiendo sus ramas muy por encima de las numerosas personas que acuden para visitar a uno de los más grandes amigos de Allah. Sus muchas ramas se retuercen y se extienden a lo lejos más allá de las raíces, tantas como los muchos hombres y mujeres que tomaron el camino de Allah a través de sus estudiantes repartidos por todos los rincones del mundo. Todos ellos nutridos a partir de la luz que Allah le dio, de tal forma que incluso hoy en día aún sigue fluyendo por las venas de sus descendientes. De unas humildes raíces un poderoso roble se ha erigido.
La Tariqa Shadzili fue construida sobre las bases del Shukur y la Mahabba, el agradecimiento a Allah y el amor a El. Moulay Abd as-Salam ibn Mashish estableció el método de la tariqa en base a aquello que sus más grandes estudiantes pudieron obtener de su famosa advertencia a los hermanos:
“Aspira a cuatro cosas seguidas de otras cuatro:
Amor a Allah,
Satisfacción en el decreto de Allah,
Indiferencia del corazón respecto los asuntos del mundo, y
Entrega confiada en Allah.
Obtén estas cuatros después de estas otras cuatro:
Realizar las órdenes de Allah,
Evitar las prohibiciones de Allah,
Paciencia y fortaleza de ánimo respecto a todo aquello que a uno no le concierna, y
Abandono del hedonismo y la autocomplacencia.”
Incluso si esta exhortación fuera la única muestra que tuviéramos del conocimiento del Shaij, sería suficiente para comprobar la inmensidad de su sabiduría y lo elevado de su maqam frente Allah.
Pueda Allah estar complacido con él y con todos aquellos que aspiran a encontrar lo que él encontró. Y que la paz y las bendiciones de Allah recaigan sobre su antepasado, el noble profeta Muhammad, y sobre todos aquellos que sigan su sunna hasta el fin de los tiempos.
http://muridslog.blogspot.com
Traducción del Inglés: ‘Uzman García.